B I E N V E N I D O - W E L C O M E

RESUMEN


  • El Pueblo
Charilla se asienta a los pies del cerro de la Torre y domina la cañada de la Boca de Charilla, ruta de penetración natural que utilizaron distintas culturas. Sus testimonios materiales la remontan a la época romana. La importancia de este paso determinó que se construyera, durante la dominación islámica, la atalaya de Charilla, que comunica con otra, situada en el puerto del Castillo de Locubín y con una tercera próxima a Santa Ana, conocida como la atalaya Norte, las tres de tipología musulmana.

Desde Charilla, en dirección oriental, se pueden visitar distintos puntos de interés paisajístico de primer orden. En estos parajes se divisan cortijos, en su gran mayoría abandonados y en estado ruinoso, en los que la explotación agropecuaria jugó un papel relevante. En este sentido, aún conserva una fuerte tradición ganadera, principalmente del sector caprino y ovino. Hay que resaltar los parajes en torno a los cortijos de Nogueruelas, El Chaparro, La Cruz, El Robledo y, por encima de todos, el núcleo de La Hoya. La Hoya de Charilla, a los pies del monte más alto del término municipal: La Martina, que con sus 1.558 mts. de altitud, constituye el mirador de la comarca y contrasta con los 500 mts. sobre el nivel del mar, localizados al noroeste del municipio (el puente Suárez). En la Hoya de Charilla hay dos casas rurales que acogen a quienes quieran disfrutar durante unos días de estos parajes naturales. Aunque en la actualidad está prácticamente despoblada, sobre los años 50 contaba con unos 200 habitantes que imprimían una importante actividad agropecuaria y lúdica a la zona. Celebraban especialmente los Carnavales y la festividad de la Cruz, fiestas en las que se reunían los habitantes del lugar, a la luz de los candiles, hasta altas horas de la madrugada. A estas fiestas se agregó la fiesta de la Virgen de Fátima -el 13 de mayo- que constituye, hoy en día, la fiesta principal.
La permanencia del hábitat arbóreo, los núcleos poblacionales y las vistas panorámicas contribuyen a definir Charilla como un espacio natural extraordinario para los amantes del medio ambiente.
  • Fiestas
Celebraban especialmente los Carnavales y la festividad de la Cruz, fiestas en las que se reunían los habitantes del lugar, a la luz de los candiles, hasta altas horas de la madrugada. A estas fiestas se agregó la fiesta de la Virgen de Fátima que constituye, hoy en día, la fiesta principal.

Las fiestas en honor a la Virgen del Rosario se celebran el día 7 de octubre. De su acervo cultural destaca un baile y una canción: el fandango de Charilla, cante de origen andalusí que se asemeja a los verdiales malagueños y que echó fuertes raíces en Charilla, lugar donde fijaron su vivienda algunos de los comerciantes (pescaderos) que llegaban a esta tierra desde Málaga.
  • La Ermita
La Ermita está bajo la advocación de la Virgen del Rosario.
En diversas apariciones marianas se da la recomendación explícita de Nuestra Señora de rezar el rosario. La Virgen del Rosario es pequeña y aparece una parte de la luna creciente que la sostiene.
Una leyenda del norte cuenta que, antes de tener su propio santuario, esta Virgen era venerada por los gallegos en una capilla del convento de Santo Domingo. A pesar de los milagros logrados, esta Virgen no había adquirido mayor importancia hasta que un día los piratas ingleses comandados por Francis Drake entraron en el puerto y arrasaron el pueblo. La gente sintió miedo ante la inminente invasión. De pronto, los piratas arremetieron contra los dominicos para robar en el templo. El miedo de aquellas gentes se transformó rápidamente en valor cuando vieron que los asaltantes se llevaban la imagen de la Virgen del Rosario y lidiaron una gran batalla contra los invasores, consiguiendo así recuperar esta imagen. Desde entonces la veneraron y años después construyeron un santuario para ella. La Virgen del Rosario inspira valor en los corazones de quienes se confían a ella…
  • El Tesoro Hispanomusulmán de Charilla 

El tesoro de Charilla fue encontrado en Enero de 1977. Está formado por piezas de oro, de plata, cuentas de pasta vítrea y piedras; piezas de collar circulares, tubulares y abellotadas; botones, sortijas, monedas de plata, ... sumando un total de treinta y siete piezas, que se exponen de forma permanente en la sala de hispano-musulmán, planta baja de la sección de Arqueología del Museo Provincial de Jaén.
El hallazgo fue realizado de forma casual por Alejandro López López, Rafael Gallego López y Miguel Pareja Extremera en un pozo para jamilas que estaba construyendo la Cooperativa Aceitunera “Ntra. Sra. del Rosario”. Estos dieron cuenta a su maestro D. Manuel González Palomares, que a su vez posibilitó su posterior entrega al museo; el Estado indemnizó a los autores del hallazgo con 150.000 ptas. La noticia del hallazgo y entrega del tesoro fue recogida por el Diario Jaén en artículos de Vicente Oya (08-02-1977) y de la archivera y bibliotecaria de Alcalá la Real Carmen Juan Lovera (09-02-1977 y 06-04-1977).

Las monedas que aparecieron junto al resto de las piezas nos permiten fecharlo en la 1ª mitad del Siglo X ya que dos de estas monedas, las de menor diámetro, están acuñadas en la Ceca de al-Andalus bajo el califato de Omeya "Abd-al-Rahman III" (316/929-350/961, años musulmanes que están basados en las fases lunares y son una treinta y tresava parte más cortos que los años gregorianos); las otras dos monedas de mayor diámetro son de periodo emiral.

La escritura cúfica, aunque muy desgastada, del anverso y el reverso de las cuatro monedas de plata así como su módulo, peso y la comparación con monedas coetáneas mejor conservadas, hacen posible tal clasificación.
La pieza más importante es la diadema (4,5 X 21,6 cm.) que en Marzo de 1977 fue enviada al Instituto Conservación y Restauración de Obras de Arte de Madrid para ser restaurada y en 1992 estuvo presente en Granada y Nueva York con la exposición al-Andalus: las Artes Islámicas en España. Hablamos de diadema aunque también pudiera utilizarse a modo de cinturón o ceñidor. Está fabricada en oro con técnica de realización sencilla pero variada: ‘Repujado’ para la banda vegetal del interior de los triángulos de los extremos, así como en el interior de los triángulos pequeños superiores; ‘Filigrana’ de hilos sencillos y aplanados para enmarcar la decoración vegetal de los triángulos extremos e hilos dobles torcidos y aplanados para formar los círculos en el centro de estos triángulos; hilo doble aplanado para formar la banda ondulada que separa las placas centrales de las extremas; ‘granos soldados’ en el centro de los triángulos extremos y contorneado de las placas rectangulares e hilo torcido sencillo para formar los circulitos situados en la parte inferior central de las placas rectangulares y que se encuentran taladrados para dibujar  una media luna creciente. Esta pieza de orfebrería y todo el Tesoro de Charilla nos informa el gusto por las joyas que,  pese a la prohibición religiosa, tenía el mundo andalusí del Siglo X. La ciudad palatina  de Madinat  al-Zahra construida por Abd al-Rahman III en el 325/936, era en centro de las artes suntuarias de los Omeyas cordobeses. Pese a eso, la joyería califal es escasamente conservada, sólo la conocemos por tesorillos encontrados como éste de Charilla o los aparecidos en Loja (Granada) y Almería (Garrucha y Bentarique).

La importancia de este tesoro no sólo radica en que apareció con material numismático, sino que es el único del que tenemos conocimiento
del lugar exacto de dónde se produjo y cuales fueron las causas de su descubrimiento.
 

Incluye:
• una diadema o ceñidor de oro –de similares características
a las fabricadas en época ibérica–,
• 6 piezas rectangulares que podían formar parte de
un cinturón,
• 3 brácteas circulares de 10 lóbulos cada una de oro
y restos de otras 2 de 12 lóbulos,
• un colgante con forma de media luna,
• 1 anillo de oro y dos de plata –uno de ellos con
inscripción, algo muy frecuente, ya que la existencia
de sellos entre la población masculina era muy
frecuente en la época–,
• 3 canutos,
• 2 tutes,
• 3 cuentas esféricas,
• diferentes fragmentos de oro,
• cintas de plata, una de ellas con un cascabel,
• fragmentos de cadenas unidos,
• un cascabel mediano con cadena,
• una posible aguja,
• piedras de colores para engarzar
• 51 perlitas llamadas de aljófar,
• cuatro dirhemes perforados, 3 de Abd al-Rahman III –uno del año 332H./942 d.C. y dos del 334H./942 d.C.- y 1 de Al-Hakam II del año 360H./970 d.C.

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